Coexistencia con las hormigas
Las viviendas de planta baja tiene una ventaja y un inconveniente. La ventaja es que no hay que subir escaleras. El inconveniente, que tampoco las hormigas tienen que subirlas. Todas las mañanas, un ejército de hormigas cruza nuestro umbral, sube por la pared de la cocina hasta que llega a la cesta de pan y se divide en varios grupos en el lavadero. Desde estas posiciones iniciales comienza un ir y venir que dura todo el día, pero del que no vemos nada más que las propias hormigas. Y este verano es un verano de muchas hormigas. -Matar solo unas cuantas no sirve de nada –decidió la mejor de todas las esposas-. Hay que descubrir el nido. Seguimos la procesión en dirección opuesta y vimos que conducía al jardín, desaparecía por breve tiempo entre las plantas, reaparecía en la superficie y se dirigía zigzagueante hacia el norte. Al llegar al límite de la ciudad nos detuvimos. -Vienen de afuera –dijo mi mujer respirando dificultosamente-. Pero, ¿cómo han encontrado el camino a nu